Violencia de género: una reflexión necesaria en un día como hoy (25N)

Publicado el 25 de noviembre de 2025, 18:38

Hoy quiero compartir algo que llevo dentro desde hace tiempo y que vuelve a aparecer en días como este.
En mi trabajo de acompañamiento emocional me ha tocado, en algunas ocasiones, escuchar a mujeres que han vivido abusos sexuales, maltratos, relaciones muy dañinas… y siempre me quedo con la misma sensación: no es fácil denunciar. No es fácil nombrar. No es fácil sostener todo lo que se mueve por dentro.

Y no es solo por el miedo o la vergüenza —que ya es mucho—, sino porque a veces, cuando por fin una mujer reúne la fuerza para hablar, se encuentra con otras violencias que duelen igual o más: las institucionales.

Quiero decir algo con claridad:
hay profesionales sensibles, empáticos, formados en perspectiva de género, y gracias a ellos hoy hay más escucha, más entendimiento y más acompañamiento que hace años. Es importante reconocerlo.

Pero también es verdad que, de vez en cuando —y ojalá cada vez menos— aparecen comentarios o respuestas que desconectan, que invalidan, que hacen daño.

Recuerdo el caso de la hermana de una amiga que fue a denunciar maltrato psicológico y amenazas, y lo primero que escuchó fue:
“Tú no tienes pinta de mujer maltratada.”
Por ser rubia. Por ser universitaria. Por ser de clase media.
Como si existiera una única forma de sufrir violencia. Como si hubiera que encajar en un molde.

Y hace poco, una mujer que acompañé me contó que había tardado años en darse cuenta de que lo que vivió en un masaje fue un abuso sexual. Cuando fue a informarse para denunciar —por ella y por otras mujeres—, una abogada le dijo:
“A veces hay que arriesgar.”
Así, sin más.
Como si denunciar no removiera ya suficiente. Como si fuese sencillo poner en juego tu estabilidad económica, tu vivienda, tu reputación… tu vida.
A veces se le pide a una mujer que haga heroicidades para poder protegerse.

Todo esto me mueve, me remueve y me deja pensando. Porque identificar el maltrato no es inmediato. Los estudios hablan de una media de siete años en reconocerlo y dar el paso. Siete años.
Y no porque la mujer no quiera ver, sino porque necesita tiempo, seguridad, apoyo… y un entorno que la acompañe sin juzgarla.

Si conoces a una mujer en esta situación

Acércate con cariño.
Con escucha activa.
Sin prisas. Sin exigir.
Y si crees que está en riesgo, ayuda, acompaña, infórmate tú también.

El 016 es un recurso gratuito donde puedes llamar tú —como amiga, madre, hija, compañera— para orientar lo que estás viendo y, si la persona se siente preparada, invitarla a contactar también.

Algo está cambiando, sí. Falta mucho, también.
Pero estamos aquí. Muchas. Mirándonos, sosteniéndonos, tejiendo red.
Y a veces eso, empezar por no dejar sola a una mujer que duda, que no sabe, que todavía no puede… ya es transformar algo.

Un punto de encuentro.
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